La decisión del Banco de España de reforzar la vigilancia sobre los criterios de concesión de crédito llega en un momento marcado por una incertidumbre económica creciente. Los analistas alertan de que España afronta simultáneamente varios frentes: una inflación persistente, un endeudamiento público elevado, y señales de desaceleración del consumo que anticipan un posible enfriamiento económico.
A ello se suma la volatilidad internacional, con tensiones geopolíticas que presionan los costes de financiación y frenan la inversión. En este escenario, los bancos endurecen sus condiciones y elevan tipos para cubrir riesgos, mientras miles de familias ven cómo la compra de vivienda se vuelve más difícil.
La combinación de tipos altos, salarios estancados y precios inmobiliarios récord alimenta la preocupación sobre la sostenibilidad del mercado hipotecario a medio plazo.