Una menor de 13 años falleció este jueves en Añaza, Santa Cruz de Tenerife, tras precipitarse en el interior del célebre hotel abandonado del barrio, una estructura fantasma que desde hace casi medio siglo acumula tragedias, denuncias vecinales y episodios de riesgo. La joven, que se encontraba en el lugar junto a otras tres menores, cayó desde varios metros de altura y los servicios de emergencia solo pudieron certificar su fallecimiento pese a los intentos de reanimación.
El edificio, proyectado en los años setenta como un macrohotel de 22 plantas, quedó abandonado en 1975 por problemas económicos y judiciales. Desde entonces, su esqueleto de hormigón se convirtió en un punto negro para accidentes, juegos peligrosos y actos vandálicos. En 2017, el lugar ya saltó a la crónica negra cuando un hombre, vecino de la zona, se quitó la vida arrojándose desde una de sus plantas superiores, un episodio que reavivó las demandas para derribar la estructura.
Pese a las advertencias de colectivos y administraciones, el “mamotreto de Añaza” siguió en pie, erosionado y sin vigilancia efectiva. La muerte de esta menor vuelve a poner sobre la mesa la urgencia de actuar sobre una construcción tan peligrosa como simbólica del abandono urbano en Tenerife.
Años, años y no se demuele
El Ayuntamiento de Santa Cruz ya dispone de financiación autonómica y cabildicia para expropiar el solar y ejecutar la demolición del viejo hotel de Añaza, una estructura abandonada desde 1975. El proyecto técnico está redactado y el derribo saldrá a concurso tras completar la expropiación. La operación, valorada en unos tres millones, permitirá recuperar y renaturalizar todo el frente costero.
