Comparte

Canarias, a la cabeza del paro juvenil

Canarias presenta la tasa de paro juvenil más alta del país, con una tendencia al alza desde el cuarto trimestre de 2024. Tras descender del 3,23 % en el tercer trimestre de 2023 al 24,73 % en el último trimestre de 2024, la tasa volvió a aumentar: en el primer trimestre de 2025 fue del 32,06 %, en el segundo trimestre alcanzó el 33,55 % y en el tercero se situó en el 33,37 %. Este dato es un 7,95% superior a la media nacional.

Según la Encuesta de Población Activa, siete comunidades y ciudades autónomas superan el 30 % de paro juvenil (16-24 años). Melilla (52,15 %) y Ceuta (40,9 %) lideran la lista. En la península, las tasas más altas corresponden a Canarias (33,7 %), Extremadura (33,06 %), Andalucía (30,73 %), Asturias (30,34 %) y la Comunidad Valenciana (30,31 %).

Estos elevados índices de desempleo juvenil ponen de manifiesto la persistencia de un grave problema estructural que afecta especialmente a los jóvenes de determinadas regiones, dificultando su acceso al mercado laboral y limitando sus oportunidades de desarrollo profesional y personal. La situación resulta especialmente preocupante en territorios insulares y periféricos, donde las perspectivas de mejora son más inciertas y se requieren políticas específicas para revertir la tendencia.

La última Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadísticas, correspondiente al tercer trimestre de 2025, dice que el número de personas ocupadas aumentó en 118.400 respecto al trimestre anterior, situándose en 22.387.100. Asimismo, la tasa de paro registró un incremento de 60.100 personas, alcanzando los 2.613.200 desempleados.

Sin embargo, en Canarias la precariedad laboral y la temporalidad siguen siendo características predominantes entre los jóvenes empleados, lo que agrava la inestabilidad y dificulta la emancipación. A esto se suma la falta de oportunidades de formación adaptadas a las demandas actuales del mercado, lo que incrementa la brecha entre la oferta educativa y las necesidades reales de las empresas.

El problema va más allá de la tasa. No es solo que uno de cada tres jóvenes esté sin empleo: es que muchos de los que sí trabajan lo hacen en condiciones tan frágiles que el trabajo parece un parche y no una salida. Según datos recientes, la temporalidad entre menores de 25 años en Canarias se supera el 30 % y los contratos a media jornada y estos se han convertido en la norma más que en la excepción. Esa inseguridad, esa precariedad estructural, actúa como freno a otras etapas vitales: emancipación, ahorro, estabilidad. Y en una isla cuyos costes de vivienda, transporte y vida diaria están por encima de la media nacional, el desnivel que enfrentan los jóvenes se convierte en una carrera cuesta arriba.
Y, sin embargo, los discursos siguen usando cifras aisladas y promesas generales en lugar de planes específicos.

Por ejemplo, el tejido productivo de Canarias sigue dominado por el turismo y los servicios poco cualificados, lo que limita las trayectorias profesionales de quienes han invertido años en formación. Es decir: tenemos jóvenes que llegan al mercado laboral con expectativas altas y se encuentran con un ecosistema que los atrapa en empleos pasajeros, con salarios bajos y sin continuidad. Ahí radica el verdadero riesgo: que generaciones enteras aprendan a conformarse con lo mínimo, y que la fuga de talento no sea solo salida de la isla, sino enterrar sueños donde nacieron.

Pese al brutal nivel de desempleo entre los menores de 25 años, la contratación indefinida entre la juventud no alcanza ni el 20 % del total de nuevos empleos en Canarias. Según datos a los que ha tenido acceso LA GACETA DE CANARIAS, del segundo trimestre de 2025, la temporalidad sigue siendo la norma: solo el 16,35 % de los asalariados en la región tiene contrato temporal, lo que deja una inmensa mayoría en situación de incertidumbre laboral permanente. Este tipo de empleo deja a los jóvenes con poco margen para planificar la vida: difícil emanciparse, difícil ahorrar, difícil considerar estable su futuro.

Por el contrario, la insularidad no solo pesa en la falta de empleo, sino en la estructura productiva. Canarias depende en un 86,8 % del sector servicios, fundamentalmente del turismo, un modelo frágil ante crisis externas. Eso significa que, cuando los jóvenes salen al mercado, se enfrentan a empleos estacionales, de baja cualificación y con escasa continuidad, lo que refuerza la precariedad y la desincentiva a permanecer en la región o a desarrollar una carrera profesional sostenible.

La sobre cualificación se ha convertido en otra losa para los jóvenes en las islas: en Canarias, un 36,3 % de los jóvenes con estudios superiores trabajan en puestos que requieren un nivel formativo inferior al suyo, porcentaje que sube al 44,2 % en mujeres. Este fenómeno no solo refleja una pérdida de valor de la inversión educativa, sino también una fuga silenciosa de talento hacia empleos de corta duración y bajo salario. Por su parte, las iniciativas públicas para combatir la exclusión laboral juvenil avanzan a ritmo reducido: un programa del Gobierno de Canarias cofinanciado por fondos europeos está destinado a contratar a 70 jóvenes titulados en 33 proyectos sociales, con una inversión de 2 millones de euros. No obstante, esta medida, aunque loable, apenas rasca la superficie del problema estructural.

Para que cambie el panorama no basta con convocatorias puntuales: se necesitan planes de largo plazo que transformen el tejido productivo y creen empleos estables de calidad. Y que además garanticen que aquellos que terminan sus estudios —y logran encontrar trabajo— puedan emanciparse, construir vida propia y contribuir activamente al desarrollo insular, en lugar de ver su futuro detenido por una temporalidad inaceptable y una economía endeble como la nuestra.

En conclusión: en el tercer trimestre de 2025, la cifra de menores de 25 años en paro en Canarias creció en 1.600 personas respecto al trimestre anterior, elevando la tasa juvenil de desempleo al 33,37 %. Además, en ese periodo, el número de contratos indefinidos en la región descendió en 5.600 personas, situando la tasa de contratos temporales en torno al 16,41 % del total de asalariados.

Por otro lado, el Gobierno de Canarias puso en marcha nuevas ayudas laborales: el programa “INCENTÍVATE” ofrece hasta 5.500 € para contratos de formación firmados entre abril y agosto de 2025. Con estos movimientos, la comunidad sigue recogiendo nuevos datos de empleo, pero también reforzando indicadores de precariedad y temporalidad que siguen afectando a las generaciones más jóvenes.