No ha habido grandes noticias en estos días, ¿qué quieren que les diga? Aparte de la derrota del CD Tenerife el sábado en el estadio Heliodoro Rodríguez frente a unos unionistas que han salido de la extinta Salamanca por dos goles a cero, es decir, por 0 a 2, que ha sido la gran sorpresa de la jornada. ¿Significará este algo? Hace tres semanas ganamos de aquella manera, hace dos empatamos y en esta perdemos. O de un nuevo triunfo del Laguna Canarias de baloncesto por un contundente 96 frente a un 80 del Ucam Murcia. En el fútbol femenino, ayer empataron frente al Levante con un dos a dos que las deja en la sexta posición, a diez puntos del liderato, pero que les consolida entre las mejores de ese campeonato por encima de algunos nombres y a solo un punto del Real Madrid femenino. Todo un logro.
Y poco más. La imagen de la virgen de Candelaria sigue en Santa Cruz con muchas eucaristías, y la salida a la plaza de la iglesia y una ofrenda folclórica y la visita de las gentes de El Rosario, que fue otro acontecimiento que trajo a la capital a numerosos vecinos de esa localidad colindante. Eso y reseñar lo que pasó en La Palma, donde todos están de acuerdo ahora en la rehabilitación de lo que se llevó el volcán de Tajogaite. Ahora, cuatro años más tarde, después de la visita durante la erupción, en la que todos venían porque nunca habían visto un volcán echando gases y lava por doquier. Fue una visita sintomática porque se pudieron ver las caras de Ángel Víctor Torres, hoy ministro de Política Territorial y Memoria Democrática y expresidente del Gobierno Canario, y Fernando Clavijo, que hoy ocupa su lugar.
Ambos hablaron y coincidieron en que hay mucho que hacer. Que la reconstrucción no se hace de palabra sino con hechos y que hay mucho afectado, que no ha cobrado aún nada o muy poco en una situación provocada por un fenómeno natural como la que se vivió en La Palma. Hay mucha gente afectada, mucha gente esperando una casa, o un techo para que se acojan, un trabajo con el que salir adelante, o unas ayudas para complementar lo que se perdió en esos días, que fueron 45. Sin embargo, ya sabemos que, en cuanto se apagaron las cámaras, sus señorías hicieron mutis por el foro.
No importa que, en Canarias, una de cada tres personas (31,2 %) esté en riesgo de pobreza y exclusión social. Es cierto que es la cifra más baja de la última década, pero no olvidemos que ese colectivo sobrevive con menos de 644 euros mensuales, y que representa una bajada de cuatro décimas con respecto al curso anterior, pero eso no nos puede contentar.
Hay, para que tengamos conciencia, cerca de 225.000 isleños (10,1 %) afrontan el mes con ingresos inferiores a los 700 euros. Un cuarto de la población (550.728 ciudadanos) ni siquiera llega a ser mileurista, que antes los poníamos de ejemplos de personas en el más bajo escalón y son datos del último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES).
Tenemos a unos 700.000 compatriotas al borde de la pobreza y la exclusión social. Son datos de la tasa Arope –el indicador que mide esta cuestión– y dice que hay 50.000 isleños menos en esta situación, pero lo que no se puede negar es que seguimos siendo la quinta peor cifra de todo el Estado, bastante por encima de la media nacional (25,8 %). Es más, si el Archipiélago fuera un país, sería el más pobre de Europa. ¿Y quién arregla esto? ¿Un gobierno que está preocupado porque estamos mejor o que saca pecho por las cifras? ¿Qué debate en el Parlamento si debe haber selecciones territoriales o que no haya nadie pasándolo mal?
Estamos en un sitio que ostenta algunas de las peores cifras del país: el mayor porcentaje de hogares sin elementos básicos (11 % del total) y el mayor número de personas con dificultades para llegar a fin de mes (1.279.000 personas, más de la mitad de su población).
En casi una década, el territorio insular solo ha podido reducir sus cifras en 7,2 puntos porcentuales, pasando de tener a un 38,4 % de su población en la cuerda floja al actual 31,2 %. A esta velocidad sería difícil cumplir con los objetivos internacionales; en realidad, habría que dar un acelerón sin precedentes para acortar la cifra un 12 % en cinco años.
Por eso sería bueno que las autoridades se implicaran más, pero claro, si tenemos una oposición que no hace mucho ruido y unos medios de comunicación paniaguados que solo miran su cuenta de resultado, harán lo que quieran.
Por eso es bueno que nazcan algunos como La Gaceta de Canarias, si la extinta, que la ha recuperado esta casa para contar algunas cosas que no veremos en el resto de los digitales. Como dice Juan Manuel Bethencourt “el lanzamiento de la edición digital de La Gaceta de Canarias representa un hito en el camino de un proyecto mediático que no surge de la nada, sino que se apoya en una experiencia periodística y empresarial ya consolidada: la de Radio Marca Tenerife” y sigue escribiendo que “la pluralidad interna no es una concesión, ni una pose de marketing; es una virtud me temo que poco frecuente que debemos cuidar con esmero, porque sin diversidad no hay verdadero periodismo, sino simple repetición de consignas”.
Dice el comentario editorial de ayer domingo que “el pueblo no pierde el sentido crítico, tampoco la conciencia cívica, pero sí pierde el concepto que dice aquello de todos somos iguales (ante la ley) del artículo 14 de la Constitución española que deja huérfanos a la gran mayoría de los ciudadanos”.
Sigue escribiendo el editorialista que “la deriva del mundo no es un destino escrito: es una consecuencia. Y, como toda consecuencia, aún puede corregirse. ¿Cómo? Empezando por los grandes partidos, jueces, fiscales y prensa en aplicar el sentido común de la calle, del ciudadano de a pie, del que cada día paga más impuestos y no ve mejoras, al que se le dice “hemos subido los salarios” pero que es ficticio porque cada día todo está más caro… incluidos los impuestos por los que pagan al subirles esos teóricos salarios”.
Es una declaración de intenciones, pero que no nos debe desmotivar, todo lo contrario, hacer más activos en la búsqueda de un mejor bienestar social, en que mantengamos mejor a nuestra familia y que, como dice el editorial, “la ciudadanía siente que el sistema le habla en un idioma ajeno, que las instituciones le pertenecen solo en el papel, y que la realidad se fabrica en despachos donde la ética apenas tiene asiento y reina la mentira, hoy día llamada “simplemente cambié de opinión”. Y eso es lo que tiene esta lucha. Yo no me voy a cansar, que sean los otros, y cada día consultaré la Gaceta de Canarias antes de hablarles, porque sé de la rectitud de ese medio y ustedes deberían hacer igual.