Las noticias no corren, vuelan. Hemos asistido esta semana a una especie de maratón para estar informados. Por orden se aprobaron en Consejo de Gobierno y después se llevaron al Parlamento para iniciar sus trámites los presupuestos de la Comunidad Autónoma de Canarias. Vimos que nos vendían una moto y luego resultó que sus ruedas no estaban bien. Las cuentas canarias se han elaborado en base a la última tasa de crecimiento referenciada, que es del 3,3 %, porque no había ninguna otra a mano, ya que llevamos tres años sin presupuesto nacional.
Lo que pasa es que, si uno las mira con detenimiento, podrá observar que ocho de cada diez euros se destinan al mantenimiento de la propia maquinaria de la Administración autonómica: 5.064 millones a pagar nóminas, 1.929 millones a alquiler de edificios, luz y agua o los 3.301,3 millones para transferencias corrientes del funcionamiento del día a día. Por contra, las inversiones para mejorar las infraestructuras públicas —hospitales o colegios— solo ascienden a 2.088 millones de euros, apenas 176 millones de euros más que en el presente ejercicio.
La mayor caída en estas cuentas, por contra, se da en Obras Públicas, Vivienda y Movilidad, que pierde casi 60 millones de euros, un 14,2 %; hay muchas obras que están esperando por los papeles y no se puede mover nada, pero para los gobernantes es como si ya estuvieran. No hay nada para obras en Tenerife que no sean los túneles de Erjos, el cruce de Las Chafiras, porque no podemos computar ni la autopista del Norte a su paso por La Laguna, ni las Moraditas de Taco, ni el puente de la Candelaria, ni el tercer carril de la TF-1… y así podríamos seguir.
Y así, entre cifras que parecen promesas y partidas que se evaporan antes de tocar el suelo, seguimos hablando de presupuestos como si fueran un acto de fe. Cada año se anuncian con solemnidad, se presentan con gráficos y palabras grandes, pero en la práctica terminan siendo más un documento de intenciones que un contrato con la ciudadanía.
Porque no se trata solo de cuánto se presupuesta, sino de cuánto llega de verdad a la gente. Lo demás es literatura contable, titulares de un día y consignas para justificar lo que no se ejecuta. En Canarias ya sabemos que el problema no es de números, sino de ritmo: la administración se mueve con la lentitud de quien a menudo tiene una excusa preparada.
Quizás por eso, cuando oímos hablar de “prioridad social” o de “refuerzo de servicios públicos”, más de uno mira al cielo y piensa que ya ha escuchado eso antes. Mientras tanto, los problemas siguen esperando turno, como si la burocracia también tuviera su propia lista de espera.
Para que ustedes se hagan una idea, el otro día vino a este programa la presidenta del Cabildo, Rosa Dávila, y cuando en el ascensor le pregunté que cuándo estarían las guaguas de dos pisos, me dijo que, en un año o 14 meses, porque tendrían que hacerlas, pintarlas y adecuarlas. ¿Se dan cuenta ustedes, amables oyentes, que coincidirá con el periodo electoral? ¿Ustedes no pensaron, como yo, que ya estaban circulando por las carreteras insulares? Pues no. Harán otra presentación, ya lo verán.
También hemos pasado por el día de los finados, o lo de Halloween, que ya tanto monta una fiesta como la otra. Con familias enteras vestidas para la ocasión, disfrutando de ese día o haciendo todo lo posible para un truco o un trato. Y fue la semana del Sáhara. Cincuenta años se cumplieron de la marcha verde el viernes y ese mismo día se aprobaba, en el Consejo de Seguridad de la ONU la renovación por un año de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso), pero con un claro mensaje favorable a Marruecos: vincula por primera vez su mandato al plan de autonomía promovido por Mohamed VI, respaldado por Estados Unidos. Este giro representa un cambio histórico en la postura de la ONU, que hasta ahora había mantenido neutralidad en el conflicto.
Y eso preocupa mucho en Canarias, porque así se puede ver el afán expansionista de Marruecos ante desafíos económicos y estratégicos y estamos en medio de todo ello. Especialmente en turismo, puertos, pesca, el control de recursos naturales como las tierras raras submarinas, la delimitación de las aguas territoriales o decidir sobre el espacio aéreo del Sáhara Occidental, actualmente bajo supervisión española.
Estamos solamente a 100 kilómetros de la costa saharaui y esta decisión puede tener implicaciones estratégicas, pues Marruecos lleva años impulsando una colonización económica del territorio, con la intención de generar grandes inversiones turísticas e infraestructuras en ciudades como Dajla o El Aaiún, con proyectos que reforzarían su control político y desplazarían a la población local. Entre ellos, un megapuerto o situar a esta zona como destino turístico, a la que denominan el «Caribe de África», con la construcción de hoteles de lujo. Tiene mal seguimiento este asunto, y más estando tan cerca.
Y ha sido la semana de los autónomos, de la subida que ha sido menos y la de los cierres de tantos comercios en los que se han forjado leyendas y nos han servido a todos. El que no quiera verlo, que no lo vea, pero hay una relación entre tanto cierre y los anuncios de una cuota y persecución para los pequeños empresarios.
Y creían que no les iba a hablar del Tenerife que el pasado sábado lograba un contundente cero a dos a un equipo que ganó en La Malata a un Racing de Ferrol; fueron palabras mayores, el golpe de un equipo que de momento es el mejor de la categoría y que ha sumado para seguir siendo el líder. Fue un partido para despejar dudas y se mostró más firme en Ferrol, logrando una victoria merecida. Aprovechó sus oportunidades, con goles de Nacho y Ulloa, defendiendo bien y siendo efectivo en ataque. Cervera llevó a cabo ajustes acertados, lo que fue clave en el resultado final. ¿Se puede pedir más? Pues al menos le dejo con un buen sabor de boca, que ya esta semana tendremos más. Nos embobecerán con el cambio en la Generalitat de Valencia, con el juicio al fiscal general del estado, pero esa visión nos puede llevar a preguntar por qué, si la economía canaria va tan bien y el IPC con un crecimiento y el empleo bajando y nuestros sueldos subiendo, ¿por qué no se refleja en nuestra calidad de vida?
Una buena pregunta que tiene muchas respuestas y que nos puede llevar a la conclusión de que no estamos tan bien, y si no es así, repase otra vez este monólogo para ver las cosas que se hacen mirando para la ciudadanía y son pocas o ninguna. Y así nos va.