España perdió 14.000 empleos en noviembre y el dato ha resonado como un auténtico jarro de agua fría sobre el mercado laboral. Lejos de la “economía robusta” que vende el Gobierno, la realidad evidencia una clara pérdida de pulso: cae la afiliación, sube el paro y los sectores estratégicos empiezan a mostrar signos de fatiga severa.
Comercio, hostelería y servicios empresariales —pilares del empleo en España— lideran la destrucción de puestos de trabajo en un mes que, históricamente, se ha mantenido estable o incluso ha generado empleo anticipando la campaña navideña. Esta vez no: la maquinaria laboral se ha gripado.
Expertos y empresarios hablan abiertamente de “desaceleración profunda”, agravada por la subida de tipos, el enfriamiento del consumo y la incertidumbre política. “Este dato borra cualquier optimismo”, señalan fuentes del sector, que ven un final de año “más negro de lo previsto”.
Los sindicatos admiten que la temporalidad estacional no explica por sí sola el golpe y que la economía “empieza a notar el desgaste real” de la situación.
Con este retroceso, España encara diciembre en una posición delicada: si el empleo no repunta, 2025 podría cerrarse con el temido cambio de ciclo económico ya consumado.
