A sus 73 años, Isabel Preysler vuelve al primer plano mediático, esta vez no por un romance ni una portada, sino por la publicación de sus esperadas memorias, tituladas “La Reina de Corazones”. Un libro que promete desvelar la historia de una vida vivida entre el lujo, la discreción y el permanente foco de la atención pública.
Durante más de cinco décadas, Preysler ha sido un icono del glamour español. Desde su llegada a Madrid en los años setenta, aquella joven filipina de sonrisa perfecta conquistó el corazón del cantante Julio Iglesias y, con él, el imaginario de un país que empezaba a abrirse al mundo. Su matrimonio fue el inicio de una leyenda mediática que la convirtió en símbolo de elegancia y sofisticación.
En sus memorias, Isabel no solo recorre su vida sentimental —marcada por nombres como Julio Iglesias, Carlos Falcó o Mario Vargas Llosa—, sino también los silencios y las decisiones que la llevaron a mantener una imagen impecable ante los medios. “He sido juzgada muchas veces sin hablar”, confiesa en uno de los pasajes del libro, donde reivindica su derecho a contar su versión de los hechos con serenidad y sin rencor.
La Reina de Corazones es también un retrato íntimo de la mujer detrás del mito: la madre de cinco hijos, la anfitriona perfecta y la figura que transformó el concepto de celebridad en España. En un país donde el corazón y la crónica social se convirtieron en un género propio, Isabel fue y sigue siendo su gran protagonista.
El libro, editado por Planeta, equilibra la nostalgia y la elegancia narrativa, combinando recuerdos personales con episodios de la alta sociedad, la política y la cultura. No hay grandes escándalos, pero sí la mirada de una mujer que aprendió a sobrevivir en un mundo donde la exposición es constante y la privacidad, un lujo.
Con estas memorias, Isabel Preysler se reafirma como lo que siempre ha sido: la gran dama de la sociedad española, observadora de su propio tiempo y protagonista involuntaria de la historia sentimental del país. Su vida, tejida entre amores, titulares y silencios, se convierte ahora en un testimonio de elegancia, resistencia y madurez.