El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reafirmó hoy su determinación de no convocar elecciones generales a pesar de la creciente presión política y mediática, asegurando que seguirá al frente del Ejecutivo y “aguantará todo el fango” que, según él, se cierne sobre su gestión. La declaración se produce en un momento de tensión política, con la oposición reclamando urnas y el propio Gobierno de Canarias, a través de sus portavoces, exigiendo elecciones “ya” ante la parálisis legislativa y la falta de consensos en Madrid.
Sánchez, en un acto público enmarcado en la campaña electoral autonómica de Extremadura, lanzó un mensaje combativo contra las acusaciones de la oposición y las críticas internas, defendiendo que continuar gobernando pese a las dificultades es la opción responsable. “He decidido seguir, con más fuerza si cabe”, dijo citando una fórmula usada en el pasado en primera persona para ratificar su permanencia al frente del Ejecutivo, ante lo que calificó como un intento de desprestigio constante.
El presidente ha rechazado así las presiones para adelantar las elecciones, apelando a que su responsabilidad es “afrontar los problemas y dar soluciones” y no ceder ante lo que él describe como una “campaña de fango” lanzada por la oposición y parte de la prensa. Esta narrativa forma parte de su defensa continuada del mandato hasta 2027, pese a una oleada de críticas y escándalos que han sacudido al PSOE y que algunos sectores interpretan como debilitamiento de su liderazgo.
Desde Canarias, el choque político se intensifica: el portavoz del Gobierno autonómico y otros dirigentes regionales han exigido reiteradamente que España necesita devolver la voz a los ciudadanos mediante elecciones ante la incapacidad de llegar a acuerdos estatales que beneficien directamente a comunidades como el Archipiélago.
La firmeza de Sánchez, sin embargo, sugiere que apuesta por aguantar la legislatura, convencido de que confrontar el “fango” y mantener la estabilidad de su Gobierno es preferible a convocar urnas anticipadas, pese a que líderes de varios partidos, incluso aliados, han cuestionado su continuidad o pedido una reconfiguración del Gabinete.
Este discurso político tenso marca un punto de inflexión en la legislatura, con el Ejecutivo central y las fuerzas regionales navegando entre la polarización y la exigencia de redefinir el rumbo político del país de cara a los próximos meses en el calendario electoral español.