A primera hora de la mañana, concretamente pasadas las 08:20 horas, los sensores de la Red Sísmica Canaria detectaron una señal poco habitual en el suroeste de la Caldera de Las Cañadas, bajo el Teide. Se trató de un evento sísmico de largo período, un tipo de vibración relacionada con el movimiento de fluidos en el interior de la isla, que se produjo a unos 11 kilómetros de profundidad.
Aunque este tipo de fenómenos no permite calcular con exactitud su magnitud, los técnicos de INVOLCAN (Instituto Volcanológico de Canarias) han estimado que alcanzó un valor aproximado de 2,2. Lo más llamativo, según los especialistas, es que la intensidad del temblor ha sido la mayor registrada hasta ahora en Tenerife para este tipo de señales.
Desde hace varios años, la isla ha mostrado una actividad sísmica discreta pero constante. Se han registrado otros eventos similares y varios enjambres de señales híbridas en zonas cercanas. Los expertos explican que estos movimientos no implican necesariamente una erupción inminente, sino que forman parte del ajuste natural del sistema magmático e hidrotermal que se encuentra activo desde 2016.
Los datos recogidos por la estación sísmica de Sanatorio (TSAN) ofrecen una imagen clara del suceso y ayudarán a los científicos a seguir de cerca la evolución del fenómeno. Por el momento, el evento se considera parte del comportamiento normal del subsuelo tinerfeño, aunque los equipos de vigilancia mantienen la observación constante ante cualquier cambio significativo.