La Casa Blanca justifica la medida por razones de seguridad nacional y amplía las restricciones totales y parciales de entrada, que ya afectan a nacionales de 19 países y a titulares de documentos de la Autoridad Palestina.
La administración del presidente Donald Trump ha anunciado una ampliación masiva de la prohibición de entrada a Estados Unidos, que ya afecta a más de 30 países, en lo que supone uno de los mayores endurecimientos de la política migratoria estadounidense de las últimas décadas.
Según confirmó la Casa Blanca, la medida responde a criterios de seguridad nacional, fallos en los sistemas de identificación de algunos Estados, falta de cooperación en repatriaciones y riesgos vinculados al terrorismo y a la inmigración irregular.
La prohibición total de entrada se aplica ahora a nacionales de 19 países, entre ellos Afganistán, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Yemen o Haití, a los que se han sumado recientemente Burkina Faso, Malí, Níger, Sudán del Sur y Siria. Además, la restricción incluye a personas con documentos de viaje emitidos por la Autoridad Palestina.
Junto a las prohibiciones absolutas, Washington ha establecido restricciones parciales o reforzadas para países como Laos y Sierra Leona, así como para otros Estados que ya figuraban en la lista, entre ellos Cuba, Venezuela, Burundi o Togo.
En esta nueva ampliación se incorporan 15 países adicionales, entre ellos Nigeria, Senegal, Angola, Costa de Marfil, Tanzania, Zambia y Zimbabue, sometidos a mayores controles de visado y entrada.
La decisión ha provocado reacciones encontradas a nivel internacional: mientras sectores conservadores estadounidenses respaldan el endurecimiento como una herramienta de protección interna, organizaciones de derechos humanos y varios gobiernos advierten del impacto humanitario, diplomático y económico de una política que restringe el acceso incluso a estudiantes, trabajadores y reunificaciones familiares.
