La nueva Estrategia de Seguridad Nacional presentada por la administración de Donald J. Trump ha sacudido a las capitales europeas. El documento, de 37 páginas, dibuja un escenario alarmista en el que Europa estaría “en riesgo de borrar su propia civilización” si no modifica de manera urgente sus políticas migratorias, sociales y de identidad nacional.
El informe sostiene que la Unión Europea atraviesa un deterioro profundo causado por la “pérdida de valores tradicionales”, la baja natalidad, el auge de la censura en el debate público y la “entrega institucional” a organismos supranacionales que, según Washington, restan soberanía a los Estados. Trump afirma que América “no puede ayudar a quien no quiere ayudar(se)” y advierte de que la cooperación futura dependerá de que Europa “corrija su rumbo”.
La estrategia, que revive elementos de la vieja Doctrina Monroe y exhibe un tono inusualmente duro hacia aliados históricos, también acusa a ciertos gobiernos europeos de “debilitar la seguridad occidental” por su gestión de la inmigración y por su dependencia energética.
La reacción en Bruselas ha sido inmediata: diplomáticos comunitarios califican el texto de “provocación calculada”, mientras varias cancillerías lo consideran una señal clara de que la relación transatlántica entra en una fase de tensión inédita.
Con este documento, Trump busca marcar territorio y reordenar prioridades en un mundo cada vez más fragmentado, dejando a Europa ante un mensaje contundente: o cambia, o Estados Unidos cambiará su nivel de compromiso.